Desde el 2009 este blog documenta denuncias ciudadanas de mujeres en Chiapas.
miércoles, 23 de abril de 2014
La aberración de usar la palabra “fémina”
Patricia Chandomí.- No es difícil encontrar boletines, comunicados de prensa, incluso notas periodísticas donde se utilice la palabra fémina como sinónimo de mujer y encima piensan que nos hacen un favor a las mujeres.
El vocablo viene del latín femina, una expresión compuesta por fides, que se traduce “fe”, y minus, literalmente, “menos”, es decir, “la que tiene menos fé”, la mujer se consideraba con menos fé en relación con el hombre, fue ella la responsable de hacer pecar a Adán, la que busco el fruto del conocimiento, contraviniendo los deseos de Dios, por eso tenía “menos fé”.
Pero también al nombrarla con menos fé, estamos reproduciendo el imaginario de su posición subordinada frente al hombre, al final estamos diciendo “con menos valor”, con menos reconocimiento, con menos raciocinio, al vestir nuestro texto usando la palabra “fémina” como sinónimo de mujer, lo que hacemos es ofender a todas las mujeres al darles con esa palabra el sentido de subordinación histórica frente al hombre.
Como decía Michael Foucault cada palabra tiene una arqueología del saber, usarlas partiendo de la ignorancia, porque alucinamos que suena rimbobante o le da fuerza a nuestro comunicado, nota o artículo violenta de manera simbólica a las mujeres.
Para las feministas erradicar el lenguaje sexista que usa términos como fémina es tan importante como evitar la violencia doméstica, la sicológica, la económica, con el lenguaje estructuramos nuestro pensamiento y con el lenguaje violentamos al no nombrar a las mujeres o al referirnos a ellas no sólo equivocadamente sino hasta de manera ofensiva.
¡¡¡Fémina nunca más!!!
martes, 22 de abril de 2014
La increíble y triste historia de las diputadas chiapanecas
¿Qué nos pasa a las mujeres, particularmente a las feministas, que no salimos a festejar que la Mesa Directiva del Poder Legislativo de Chiapas quedó conformada exclusivamente por mujeres?
En el segundo periodo ordinario de sesiones, del segundo año de ejercicio constitucional de los diputados y las diputadas que integran la LXV Legislatura, la Mesa quedo constituida sólo por mujeres diputadas: siendo la presidenta, Mirna Camacho Pedrero del PAN; Claudia Guadalupe Trujillo Rincón del PRI como vicepresidenta; Obdulia Magdalena Torres Abarca del PVEM como vicepresidenta; como secretarias, Ana del Carmen Valdiviezo Hidalgo del PVEM y Alma Rosa Simán Estefan del PRI ; así como Sonia Catalina Álvarez del PT y Rhosbita López Aquino del POCh como prosecretarias.
Esta es la legislatura que más mujeres diputadas tiene (16), antes no pasaban de 7, que había sido lo máximo que tenía una legislatura. La mayoría de ellas, están ocupando una curul por la vía plurinominal (14); en la elección pasada se aplicó por vez primera la reforma constitucional relativa a la paridad, que exigía además que las listas de plurinominales iniciaran con la postulación de una mujer.
Actualmente son 24 diputados uninominales y 17 plurinominales, incluyendo a la representante de los migrantes.
Es la primera vez que toda la Mesa Directiva está integrada solamente por mujeres. Sin embargo, no es la primera vez que la presidenta es mujer, en el 2009 la panista Ana Elisa López Coello se convirtió en la primera diputada en ser presidenta de este órgano del Congreso, y en el 2012 Arely Madrid fue la primera presidenta de la Junta de Coordinación Política y después también fue Presidenta de la Mesa Directiva. Lo notable es que por primera vez toda la mesa está integrada por mujeres.
¿Qué pasa con esas mujeres que han ocupado espacios inaccesibles para cualquier chiapaneca promedio, por qué no se reconoce su trabajo?
Aristocracia femenina
El primer punto es que la mayoría tuvo acceso a la élite gobernante por su relación familiar, ya sea por ser esposas o hijas de algún político, el segundo punto que históricamente ha sido un medio, para que las mujeres accedan al poder, es pertenecer a las familias de la “aristocracia” local. Es así que luego tenemos a diputadas provenientes de las familias pudientes o medianamente pudientes de la geografía chiapaneca.
Estas son las dos vías de más fácil acceso para que las mujeres puedan pertenecer a la élite gobernante, en los últimos años, han dejado de ser las únicas, hay quienes haciendo doble o triple esfuerzo que cualquier diputado promedio se han logrado colocar donde están, pero son las menos.
La difícil posición de las élites femeninas
Ser “diputada” pudiera representar en el imaginario femenino un ideal, poco se habla de la difícil posición que implica ser de las “primeras” en estar en el poder.
Difícil por ser inicial y porque se insertan en un sistema patriarcal, Martha Moia define al patriarcado como un orden social caracterizado por relaciones de dominación y opresión establecidas por unos hombres sobre otros hombres y sobre todas las mujeres y criaturas. Los varones dominan la esfera pública (gobierno, religión) y la privada (el hogar). De acuerdo a Marcela Lagarde los opresores patriarcales son el primer término los hombres, por el sólo hecho de serlo, las instituciones, sus normas, y también las propias mujeres que ejercen el poder patriarcal sobre otras mujeres con menos poder ya sea por la edad, su pertenencia étnica, su clase social. Cristina Molina por su parte, define al patriarcado como el “poder de asignar espacios”.
Son las mujeres quienes están de “intrusas” en estos espacios públicos, por ello, tienen que adaptarse a las reglas de juego que ya existen, a las formas de comportamiento y de relacionarse, son ellas las primeras que acceden a espacios históricamente vetados a las mujeres.
Estas mujeres tienen que demostrar superpluses, tienen que rendir más que un diputado chiapaneco promedio, deben demostrar a la sociedad que son el doble de buenas en su trabajo, porque esa sociedad las observa por ser las “primeras”.
Se espera de ellas, rendimientos excepcionales y diferenciales; ello, les implica el “sacrificio” de tiempo dedicado a la familia, que vivan con la culpa constante de estar “abandonando” su papel de madre-esposa; a diferencia de los varones, ellas deben sacrificar su faceta de vida personal.
Encima deben tener una fortaleza síquica enorme a diferencias de las medianías masculinas, deben enfrentar la crítica constante y la sobre-evaluación por ser las primeras.
Aún así, ejercen su posición como una especie de privilegio enturbiado, Maria Antonia García de León, teórica de las élites femeninas, diría “son una élite aislada dentro de la élite masculina y a su vez aislada dentro de la masa femenina, no dejan de estar constreñidas a la elite gobernante de su partido, de sus jefes”.
Y aquí está la respuesta a mi pregunta inicial, pasa que las mujeres que de alguna manera están dentro de la élite gobernante, luego alucinan que están ahí por méritos propios y cortan con el movimiento de mujeres. Ignoran a las miles de mujeres que fueron asesinadas para que ellas, nosotras, las mujeres del aquí y del ahora, pudiéramos acceder a la educación, al derecho a votar y ser votadas, a apropiarnos del espacio público.
Al subirse a las gradas del poder, pocas veces ven al resto de las mujeres como iguales, es más, la mayoría emula a sus compañeros diputados, alta sensibilidad y rechazo a la crítica, a la actualización formativa, principalmente feminista; cuando conocer esta lucha, sería una herramienta a su favor.
Les da el síndrome de la abeja reina, pensar que sólo su esfuerzo individual y sus relaciones las ha llevado al lugar donde están. Pasan por alto las cientos de marchas que a lo largo de los últimos siglos, las mujeres han realizado en demanda de mejores y mayores espacios, el lobby que han hechos feministas, activistas, académicas con diversos actores políticos para alcanzar las cuotas de género.
Y este no es el único síndrome que les da a las mujeres en el poder. Está un segundo síndrome, llamado el “síndrome del obrero desclasado” lo voy a ilustrar con esta historia, imagínese una fiesta de la aristocracia y a esa fiesta tiene acceso un obrero, ese obrero hará todo lo posible para que las miradas no se centren en él, para que no sea sobre-observado, aunque irremediablemente lo estará, él tratara de disuadirse, de comportarse como cualquier aristócrata de la fiesta, él sabe que está solo y que su gente está afuera de ese círculo. Algo similar les pasa a las mujeres que logran acceder a las élites gobernantes, lo primero que buscan es entender cómo funciona para adaptarse, para disuadirse y ser vistas pronto como iguales.
Con todo y sus “asegunes” estas mujeres no dejan de ser ejemplo, fuente de inspiración de otras mujeres, en clara desventaja social y económica. Exigirles una excepcionalidad en su desempeño como diputadas, sería una discriminación.
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